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Próspero Morales Pradilla. Los Pecados de Inés de Hinojosa

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“Los pecados de Inés de Hinojosa” es una novela histórica y erótica del escritor colombiano Próspero Morales Pradilla. La acción se ambienta en las poblaciones de Carora, Pamplona y Tunja, en el Nuevo Reino de Granada en los años 1565 – 1570, actuales territorios de Venezuela, Santander y Boyacá. Pradilla nos sumerge en la época de expansión del Imperio Español en el continente americano, un entorno de post-conquista en donde se configura la administración política, se realiza la conversión religiosa de las poblaciones locales y se ensalza la pureza de la sangre peninsular. Un reordenamiento del caos producido por las matanzas de viruelas y de guerras que diezmaron a las poblaciones originales, por la llegada de los “viracochas” con la cruz y el quijote, por la creación de un nuevo mundo que deje atrás la “idolatraría”, la barbarie y el canibalismo: la América Española. Esta hermosa región de la fantasía histórica permite la convivencia de encomenderos, obispos, canónigos, señoras de alcurnia, indias e indios, vividores, negros, curas y frailes; y ofrece el marco perfecto para una novela histórica de las pequeñas cosas, de la convivencia diaria, de la superstición, del escamoteo, de los hábitos y costumbres que demuestran que “la conquista” fue mucho más que un proceso monolítico de “saqueo” o una “invasión”, más bien, fue un territorio complejo de negociación y transformación, en donde el desenfado y la lubricidad dictaban los actos, mientras las conciencias se lavaban en las iglesias.

Inés de Hinojosa fue “apostada” por su padre, Fernando de Hinojosa, y “entregada” en matrimonio a Pedro de Ávila. Los recién casados se trasladaron a la región tropical de Carora, actual Venezuela, al poco tiempo Inés descubrió el fiero rostro de su consorte. Su joven carne caliente, en ardiente apetito de caricias que la estremezcan humedeciendo sus intersticios, fue mancillada, ultrajada, vejada por el masoquista azote de bestias y mujeres. El hogar se pobló de pronto con la llegada de Juanita de Hinojosa, sobrina de su padre, en realidad su hermana paterna, y la Torralva, mujer de gruesas carnes y lengua viperina, celestina y calumniadora, antigua servidora de “los marañones” y la mejor cocinera del Nuevo Reino, pues combina con maestría los productos autóctonos con ingredientes peninsulares. Al poco tiempo la complicidad se establece entre la 3: Inés, Juanita y la Torralva, no habrá nada que no puedan conseguir, nada que no puedan disfrutar, nadie quien pueda estar por encima de ellas. Inés y Juanita utilizan sus cuerpos seductores para obnubilar las mentes y la Torralva sus aranas, las tretas y los secretos para salirse con la suya. Don Jorge Voto es un antiguo danzante de las cortes de Castilla, dignísimo representante del renacimiento en el nuevo mundo y mujeriego de profesión, que huyó de la península al ocasionar más de un lío de faldas. Como maestro de danzas intentará ganarse la vida y los coños en el Nuevo Reino de Granada. Será el segundo de los amantes de las Hinojosas, y el verdugo ejecutor de los planes de Inés para librarse de su fustigador. Es el primero de los asesinatos que se planean en la alcoba, entre las piernas mestizas de esta mujer irresistible que tiene fragancia de sexo y de muerte, y que se unta con afeites de Carora, con Juanita desnudas, en caricias lésbicas e incestuosas que presagian su gusto por el amor de tres.

Inés y Jorge Voto, deben mudarse a Pamplona para establecer su nuevo matrimonio, acompañados de Juanita y la Torralva, la lujuria y la hipocresía apenas comienzan. En esta nueva ciudad el ambiente es frío y conservador, las gentes ignorantes confunden a Voto con un bastardo del mismísimo Carlos V, mientras las Hinojosas, fabulosas, lozanas, excitadas precisan fuego y pasión. La falsedad rebelada y los deleites de la carne obligaran a la familia a moverse a Tunja, donde los brazos del portentoso encomendero Pedro Bravo de Rivera cobijaran los espasmos y goces de Inés, mientras Voto establece su escuela de danzas y orgías junto a Juanita y Paquita Miño, la mujer más libre y epicúrea que conoció el Nuevo Mundo. Un universo de personajes y acciones rodean a los protagonistas, aparecen los frailes dominicos y franciscano, los curas seculares, el nefasto sacristán Pedro de Hungría, las señoras de abolengo, los indios e indias con sus marchas colectivas, sus rituales de mística del Ande, la peregrinación de Chicha y San Pedro. La Hortensia Godoy con su chichería, boticario y brujería, ofrece los camastros para que yazcan lo amantes y adereza las orgías con sus picardías y juegos de prendas y atrevimientos. El Presidente Díaz Venero de Leiva, el Oidor, el corregidor, el encomendero, el teniente todos pasaran por la alcoba de las Hinojosas, que no sucumben a la dominación, que persiguen sus intereses, que se elevan por encima de las leyes de los hombres y de Dios para saciar sus instintos.

Los “Pecados de Inés de Hinojosa” representa la rebeldía para no ajustarse a un discurso a una “moralidad” ni a un control sobre el cuerpo y la conciencia. La dicha de provocar y provocarse orgasmos, de manipular y matar a través de los hombres, de jamás ser mujeres en conquista como estas tierras sagradas y mancilladas, que en salvaje duelo de amor y de muerte se establecieron animistas y católicas, mestizas, hispanas e indianas. La nigromancia y el temor por el Judío Errante provocarán manifestaciones de fe y de terror, mientras los incrédulos aprovechan las correrías para yacer a placer en camastros ajenos. Morales Pradilla no entrega una excepcional novela que demuestra el complejo tejido social de la “Colonia Española” o de la “América Española” en su aspecto más picante y jugoso, su desenfreno erótico, la voluptuosidad llevada en carabela desde Castilla a Abya Yala. La novela representa la “Nueva Novela Histórica” en tanto demuestra las prácticas periféricas o relegadas o al margen de la “historia” y cuestiona los discursos hegemónicos y de poder persistentes en el presente a través de la ficción del pasado.

Las intrigas se cuecen, la mojigatería no admitirá (ni 500 años después) a una mujer hermosa y auténtica. Inés terminará en el cadalso, fue la primera mujer condenada en el Nuevo Reino. El personaje histórico de “Inés de Hinojosa” fue usado como ejemplo moralizador, como castigo ejemplar para las impuras, como signo de vileza y prostitución. Su recuerdo persiste en Tunja-Boyacá gracias a la memoria y la literatura, que nunca borrarán a las tildadas de malas: Mesalina, Cleopatra, Safo, Hipatía, Lucrecia, Virginia, Juana de Castilla; aquellas que sabemos que fueron las mejores. El éxito comercial de la novela se compara a María, La Voragine o Cien Años de Soledad. En 1988, dos años después de su publicación, se estrenó la serie de televisión “Lo Pecados de Inés de Hinojosa” que adaptó a la pantalla chica la novela de Morales Pradilla con las actuaciones estelares y recordadas de Amparo Grisales y Margarita Rosa de Francisco, pues marcaron un hito al ser el primer desnudo transmitido por señal abierta de televisión colombiana. Novela erótica, transgresora y mestiza de Colombia, de Hispanoamérica y de España, todas las recomendaciones.

Dirección, producción y textos: Fernando Endara I.

 
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