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Miguel Ángel Asturias. Leyendas de Guatemala

Miguel Ángel Asturias

Las “Leyendas de Guatemala” son parecidas a una experiencia de peyote, o a la embriaguez del balché, bebida fermentada de los Mayas. Paul Valéry dijo que estas “historias-sueños-poemas” se “beben más que se leen”. Son un viaje onírico a un territorio alucinante, a un tiempo en que las personas estaban unidas con vínculos sagrados a los nahuals, seres de poder; a regiones mágicas donde las criaturas de las selvas, volcanes y mares hablan el idioma de los hombres; aromas almizclados de tabaco y mariguana se cruzan entre los caminos: verdes, rojos, amarillos, blancos y negros que se dibujan en un mapa de ensueños arcaicos; deidades rituales enfrentadas a vírgenes, santos y espíritus celestes romano-españoles; ruinas y templos, ceremonias y ritos, ciudades etéreas suspendidas en el espacio circular de la memoria. Miguel Ángel Asturias publicó este libro imperecedero en 1930 inspirado en su reciente traducción del Popol Vuh, libro sagrado de los Mayas, del náhualt y francés al castellano. Realizó estudios de antropología, historia de las civilizaciones prehispánicas y lingüística que, conjugados a sus recuerdos infantiles en los campos guatemaltecos, le posibilitaron escribir cuentos fantásticos y poderosos, a la vez que líricos y surreales para contar antiguas historias orales con formas textuales estéticas, particularísimas y originales.

El libro empieza con “Guatemala”, un contraste del pasado y el presente. Ostenta las ciudades importantes del país edificadas sobre asentamientos mayas y quichés para formar una arquitectura compleja, en donde las tradiciones indígenas subyacen y perviven puras o sincretizadas a las nuevas creencias españolas. Introduce las leyendas a través del “Cuco de los Sueños” que va “hilando los cuentos”, a la par que siente la nostalgia por su tierra maravillosa. Después “La leyenda del Volcán”, enseña que la destrucción trae el renacimiento. Hombres de mar y hombres-ave, el gigante de los vientos y el hacedor de terremotos retratan una lucha de religiones. “La Leyenda del Cadejo”, evoca imágenes de esqueletos y cadáveres, narra las peripecias de Madre Elvira de San Francisco que debe cortarse la trenza emponzoñada de su cabello que erotiza a los hombres y los convierte en reptiles, para vencer las opresiones del yugo.

La “Leyenda de la Tatuana” describe la forma en que la humanidad puede recuperar su libertad. El Almendro que relata el pasar de los años divide su alma por 4 caminos, que deberán sobrevivir a las tentaciones. El camino negro, que dirige sus sendas al inframundo sucumbió a la tentación y vendió el pedazo de su alma al mercader de joyas sin precio, quién la cambió por la esclava más hermosa. Cuando llega la inquisición, llega la sentencia para la hechicera que escapa en un barco dibujado en la pared de su prisión. (Una de las leyendas más hermosas jamás contadas). La “Leyenda del Sombrerón” es un cuento infantil donde una juguetona pelota que aparece y desaparece seduce a un monje hasta demostrar su demoniaca dimensión; este texto es más simple y coloquial. La “Leyenda del tesoro del lugar Florido”, dibuja la llegada de los conquistadores justo al final de un periodo de “guerra florida” en el Lago Atitlán. Al momento de los sacrificios humanos llegan los invasores y comienza la destrucción a la sombra del volcán “Abuelo del Agua”. Las nubes indican quietud, una paz contradictoria a las armas que resuenan y caballos que relinchan, la lava consumirá a nativos y extranjeros, a tesoros y pueblos.

La “Leyenda de los brujos de la tormenta primaveral” retoma los orígenes del mundo: obra de los dioses y enviciado por los humanos que se olvidaron las reglas del amor imponiendo las reglas de la crueldad. En la “Leyenda de los Matachines”, Tamachín y Chitanam, no podrán evitar derramar su sangre, después de encontrar en los abismos de la muerte a la mujer que tiene el mañana en los ojos, el hoy en los labios y el ayer en los oídos. La “Leyenda de la campana difunda” cuenta los esfuerzos de una congregación religiosa en pos de elaborar una campana de oro: donarán sus joyas y diamantes a unos famosos orfebres acusados de filibusteros. Ante su pobreza y sin nada que dar, madre Clara de Indias dará sus mismos ojos en sacrificio al rito católico de los campanazos.

“Cuculcán” es un fascinante relato escrito en teatro con un telón de fondo ancestral. Las cortinas amarilla, roja y negra separan los actos de la obra en consonancia con el movimiento del sol, amarillo para la mañana, rojo para la tarde y negro para la noche. El Guacamayo truculento intentará obnubilar el juicio de “Yai Flor Amarilla” que debe ser sacrificada después del amor con Cuculcán, el que es como el sol, la serpiente emplumada, el Quetzalcóatl. Todo es ilusión, cuác cuác cuacuác y sin sentido dirá el Guacamayo, el Saliva del Espejo. En el ocaso, Chinchibirín abrirá sus alas para regalarle la luna a la noche.

Obra inclasificable y pionera del realismo mágico, escrita en formas magníficas cercanas a la oralidad con elementos indígenas y coloniales. Las narraciones son poemas en prosa, vanguardia, cada palabra, cada aroma y sabor permite realizar ésta travesía a la vieja, mágica y ficticia Guatemala, tan real en el recuerdo. El estilo es tan surreal e intrincado que en ocasiones se vuelve difícil de entender debido a sus referencias mitológicas, geográficas e históricas; no obstante, su tono poético extasía en cada párrafo. Y es que en este universo ancestral y mestizo abundan los juegos de palabras, las onomatopeyas, los análisis metafísicos, espirituales y literarios. Una obra maestra, una exploración a los rincones más secretos y bellos del cosmos centroamericano.

Dirección, producción y textos: Fernando Endara I.

 
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