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Corrupción en América Latina

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La corrupción es el verdugo de la democracia en América Latina. Luego del tránsito de las dictaduras a la democracia, los Estados latinoamericanos se debaten contra este gigante que se transforma y se acondiciona a los cambios políticos y socioeconómicos. Sin duda, es el flagelo que más facetas presenta, desde una perspectiva social se legitima con prácticas como el amiguismo y el compadrazgo, en términos político-económicos se expresa en el clientelismo y las prebendas o favores políticos. A nivel institucional existen mecanismo como "accountability" o rendición de cuenta, la fiscalización y las veedurías con el fin de garantizar trasparencias a los procesos públicos; sin embrago, la administración pública ha convivido en una relación estrecha con la corrupción.

 

Originalmente se puede entender por corrupción como la alteración o el deterioro de algo o alguien. En términos político se entenderá desde cinco variables: el cohecho, el nepotismo, el peculado, la corrupción administrativa y la captura del Estado.

Los grandes incentivos y beneficios que produce la corrupción desgastaron el monopolio cerrado del uso de esta práctica, vinculando nuevos actores económico-empresariales y funcionarios públicos que extraen su máximo provecho. Los Estados latinoamericanos tradicionalmente han sido tierra para cultivar la corrupción e incentivar sistemaslegales débiles que estimulan esta práctica. Brasil y México resultan atractivo para el capital externo porque sus sistemas institucionales y legales son ambiguos. Entre tanto, Alemania que posee una tasa de corrupción baja, contempla dentro de su presupuso un fondo pro-corrupción, destinado para reducir al máximo los escoyos legales de tramitación; que concede en un tiempo de ocho a nueve meses los permisos para el establecimiento y funcionamiento de las empresas privadas, mientras que con incentivos económicos los permisos se otorgan en un periodo de dos a tres meses.

La corrupción en los Estados latinoamericanos se ha naturalizado desde la base social hasta las prácticas políticas. La institucionalización de esta práctica ha estado acompañada por fenómenos como; el carrusel de contrataciones, vínculos entre políticos con grupos de mafia y narcotráfico y alianzas entre sector empresarial y altos funcionarios públicos. Tal relación incide en las decisiones políticas; a través de la formulación de leyes que facilitan la evasión fiscal por ejemplo; e institucionaliza la corrupción como un mecanismo alternativo y un lenguaje de distribución de recursos y satisfacción de intereses personales. El autor menciona algunas condiciones que legitiman la corrupción: una de ellas es, que cuando existe debilidad de leyes de rendición de cuenta aumenta la corrupción y aumenta el flujo de capitales; otra condición es, que cuando aumenta el flujo de capital extranjero se debilita la rendición de cuenta; y una última es, que cuando los antivalores democráticos son altos se crea una cultura política relacionada con la corrupción.

Según el estudio propuesto por el investigador Jesús Sánchez, se puede concluir que la corrupción no solo tiene que ver con el campo administrativo de las políticas públicas, sino que tiene un alto vínculo con la política democrática, puesto, que esta práctica hace a unos más iguales que a otros frente a la ley. En este sentido, altera el principio de igualdad formal de la democracia y crea grupos que se privilegian de la red de la corrupción. Otro elemento que se puede concluir, es la relación intrínseca entre inversión de capital extranjero, legislaciones débiles y corrupción. Por último, se puede hablar de una cultura política que no solo legítima esta práctica, sino que además, la hace natural en un marco donde se comparten patrones de conductas que incentivan la corrupción. 

 

 

 
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